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Bajo este nombre, nace un proyecto en el que nos hemos embarcado, con el objetivo de trabajar la desistitucionalización de jóvenes en exclusión socioresidencial severa, o dicho de otra forma, un proyecto para que jóvenes sin hogar puedan tener una vida autónoma sin necesidad del apoyo constante de entidades e instituciones.

Desde hace bastante tiempo, en la red FACIAM, nos preocupa el incremente de jóvenes que llaman a nuestra puerta, cada uno con su historia y con su mochila. Viendo esta problemática creciente hemos decidido dar una respuesta coordinada entre, once entidades con catorce proyectos repartidos en 6 comunidades autónomas.

Esta respuesta, viene tras un análisis pormenorizado, donde se ha llegado a la conclusión de que no hay un sistema de protección para los jóvenes que tenga en cuenta sus necesidades de forma específica. El modelo actual no diferencia el ciclo vital de las personas, cuando son mayores de edad, hay que adaptar los recursos a sus necesidades, para que esta situación sea puntual y se revierta en el tiempo. Para ello, se han sumado distintas administraciones tanto locales como autonómicas y nacionales, brindándonos su apoyo y haciendo participes a sus recursos.

El acceso a los fondos europeos Next Generation y el plan de Reconstrucción, Transformación y Resiliencia del Ministerio de Asuntos Sociales y Agenda 2030, en enero, con ilusión, responsabilidad y también reconociendo, ciertos miedos y respetos, nos lanzamos a crear un modelo de intervención, teniendo como puntos clave, dar la estabilidad de una vivienda y cubrir sus necesidades básicas, crear relaciones positivas, hacer protagonista a cada joven de su propia historia y tomar la responsabilidad de acompañar este proyecto para que logran la independencia que les permita vivir sus propias vidas sin necesidad de acudir de nuevo a una red de protección institucional.

Desde Julio se empezaron a incorporar los 14 chicos y chicas, que van a formar parte del proyecto en Zaragoza, en cinco pisos supervisados, donde popo a poco están desarrollando las habilidades necesarias para poder llevar una vida completamente autónoma. Yendo a cursos de formación, realizando búsquedas de empleo, manteniendo sus empleos y trabajando sobre si mismos para lograr su independencia.

Estamos afrontándolo como un reto, con muchos profesionales implicados en todo el país, intercambiando experiencias, maneras de proceder, ideas y locuras, para crear una nueva forma de intervenir que consiga marcar un hito y convertirse en un referente para el trabajo con jóvenes en situación de exclusión socioresidencial.

Personalmente, lo vivo como una gran oportunidad, pudiendo participar en un proceso creativo, aportando y sobre todo aprendiendo de otros proyectos, con una mentalidad abierta dejándome empapar por la ilusión y el esfuerzo de todos mis compañeros. A veces con cierto vértigo debido a la responsabilidad de hacer un buen trabajo y de poder devolver un método en el que hay puestas muchas esperanzas y que esperemos que supere las expectativas.

Estamos haciendo un trabajo arduo con un objetivo claro, cambiar, no solo a la vida de los 219 jóvenes que participan en el proyecto, si no, de todos aquellos que en un futuro acudirán a las distintas entidades y se les podrá ofrecer una respuesta más ajustada.